Búsqueda Avanzada
La Perdiz y los Gallos
Portafolio Nueve Fábulas de Esopo
Artista: José R. Alicea (Ponce, Puerto Rico, 1928)
Fecha: 1968
Dimensiones:
impresión: 10 × 8 in. (25.4 × 20.3 cm)
soporte: 14 1/2 × 10 1/4 in. (36.8 × 26 cm)
Edición: P/A
Medio: xilografía y cartón sobre papel japonés
Número de objeto: 3.1995.12
Descripción
Impresion invertida del grabado La Perdiz y los Gallos del Portafolio Nueve Fábulas de Esopo. La imagen nos presenta, en el primer plano, una perdiz mirando hacia atrás. Al fondo, vemos dos gallos, uno rojo y uno negro, peleando, suspendidos en el aire. A los lados vemos algunas formas vegetales. Los colores son negro, rojo, verde y marrón.
Impresion invertida del grabado La Perdiz y los Gallos del Portafolio Nueve Fábulas de Esopo. La imagen nos presenta, en el primer plano, una perdiz mirando hacia atrás. Al fondo, vemos dos gallos, uno rojo y uno negro, peleando, suspendidos en el aire. A los lados vemos algunas formas vegetales. Los colores son negro, rojo, verde y marrón.
Notas
Ilustración del microcuento La perdiz y los gallos del Portafolio Nueve Fábulas de Esopo de José R. Alicea. Según el cuento:
“Un hombre compró una perdiz y la encerró en un corral donde tenía dos gallos. A toda hora era víctima de estos que la atacaban y la perseguían. La perdiz, pensando que lo hacían por ser diferentes, se sentía humillada. Pero días más tarde vio cómo los gallos se peleaban entre ellos y cuando se separaban finalmente, estaban heridos y cubiertos de sangre. Entonces se dijo a sí misma: Ya no me quejo del maltrato que me dan, pues he visto con pena, como ni aun entre ellos mismos están en paz. Si llegas a una comunidad donde los vecinos no viven en paz, ten por seguro que tampoco a ti te dejarán en paz”.
Ilustración del microcuento La perdiz y los gallos del Portafolio Nueve Fábulas de Esopo de José R. Alicea. Según el cuento:
“Un hombre compró una perdiz y la encerró en un corral donde tenía dos gallos. A toda hora era víctima de estos que la atacaban y la perseguían. La perdiz, pensando que lo hacían por ser diferentes, se sentía humillada. Pero días más tarde vio cómo los gallos se peleaban entre ellos y cuando se separaban finalmente, estaban heridos y cubiertos de sangre. Entonces se dijo a sí misma: Ya no me quejo del maltrato que me dan, pues he visto con pena, como ni aun entre ellos mismos están en paz. Si llegas a una comunidad donde los vecinos no viven en paz, ten por seguro que tampoco a ti te dejarán en paz”.
En colecciones
Término
