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La Liebre y la Tortuga
Portafolio Nueve Fábulas de Esopo
Artista: José R. Alicea (Ponce, Puerto Rico, 1928)
Fecha: 1976
Dimensiones:
impresión: 10 1/4 × 8 1/4 in. (26 × 21 cm)
soporte: 16 × 13 1/16 in. (40.6 × 33.2 cm)
Edición: 5/50
Medio: xilografía y cartón sobre papel japonés
Número de objeto: 3.2018.0092.4
Descripción
Sobre un fondo verde con textura, en el primer plano, vemos una tortuga amarrilla que pasa por el lado de una liebre durmiente. Al fondo, vemos una zorra que observa la carrera entre ambos animales. Los colores son, negro, marrón, amarillo, verde, azul, blanco, rojo y anaranjado.
Sobre un fondo verde con textura, en el primer plano, vemos una tortuga amarrilla que pasa por el lado de una liebre durmiente. Al fondo, vemos una zorra que observa la carrera entre ambos animales. Los colores son, negro, marrón, amarillo, verde, azul, blanco, rojo y anaranjado.
Notas
Ilustración del microcuento La liebre y la tortuga del Portafolio Nueve Fábulas de Esopo de José R. Alicea. Según el cuento:
“Cierto día una liebre se burlaba de la lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó: -Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia. La liebre totalmente segura que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra para que señalara la ruta y sirviera como árbitro en la meta. Llegado el día de la carrera, arrancaron las dos al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a paso lento, pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que después de sacar gran ventaja a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó, vio con pesar cómo la tortuga había pasado por su lado y llegando a la meta la zorra la declaraba vencedora. Con seguridad y constancia, aunque a veces parezcamos lentos, lograremos la victoria”.
Ilustración del microcuento La liebre y la tortuga del Portafolio Nueve Fábulas de Esopo de José R. Alicea. Según el cuento:
“Cierto día una liebre se burlaba de la lentitud al caminar de una tortuga. Pero ésta, riéndose, le replicó: -Puede que seas veloz como el viento, pero yo te ganaría en una competencia. La liebre totalmente segura que aquello era imposible, aceptó el reto, y propusieron a la zorra para que señalara la ruta y sirviera como árbitro en la meta. Llegado el día de la carrera, arrancaron las dos al mismo tiempo. La tortuga nunca dejó de caminar y a paso lento, pero constante, avanzaba tranquila hacia la meta. En cambio, la liebre, que después de sacar gran ventaja a ratos se echaba a descansar en el camino, se quedó dormida. Cuando despertó, vio con pesar cómo la tortuga había pasado por su lado y llegando a la meta la zorra la declaraba vencedora. Con seguridad y constancia, aunque a veces parezcamos lentos, lograremos la victoria”.
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